lunes, 9 de enero de 2012

Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes. José Francisco de la Isla.


Un profesor me dijo que terminar una carrera de letras con alguna laguna era como si un arquitecto se saltase la asignatura de cimientos, por ejemplo, o un médico copiase en el examen de sutura... Y yo terminé  filología sin haberme leído el Fray Gerundio de Campazas.

Libro ancho como su título, Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, escrito a imitación del Quijote, se cierra al lector contemporáneo por su barroquismo y por su casi imposible descontextualización histórica. Comprender del todo esta obra implica ser un erudito en la cultura de los siglos XVII y XVIII, y disfrutar plenamente las aventuras de este predicador popular no está al alcance de cualquiera -la gran mayoría para los que este libro, si el Quijote también lo es, puede resultar un verdadero tostón.

La complejidad estilística y el rebuscamiento de las frases, buscando un fin cómico, es parte del contenido fundamental de la obra: la crítica de los oradores del siglo XVII que utilizaban en el púlpito un lenguaje altisonante. Un ataque, en definitiva al barroquismo y al efectismo artístico y retórico en sus formas más degeneradas.

Ambicioso proyecto, muy popular en su época pero hoy algo olvidado, en el que se muestra de una manera ejemplar como el estilo narrativo es parte y protagonista del discurso, no solo como experiencia estética, sino cargado de contenido. En este caso, el barroquismo del Fray Gerundio juega a ser recreación y virtuosismo a la vez que crítica y parodia. No puede entenderse de otro modo. Tanto cuando habla el propio narrador,  como con los desbarates retóricos del protagonista de la obra.




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