miércoles, 18 de abril de 2012

Cartas de Juan sin Tierra. Blanco White.


Si Blanco White viviese, sería como un polemista televisivo de estos, uno viejo y soltero, que siempre dicen lo que no se espera y a la vez la audiencia le quiere por su excentricidad, pero su excentricidad provoca que no le tomen en serio. Me lo imagino sólo en su casa pensando toda la tarde qué va a decir en la tele al día siguiente y buscando en Internet las reacciones a sus comentarios del día, con una sonrisa en la boca.

Expatriado, sin posibilidad de regresar a España por haber apostatado, desde las páginas de su periódico londinense, El Español, escribió, entre marzo y diciembre de 1811, las Cartas de Juan sin Tierra: los comentarios de su decepción ante los resultados de las Cortes. Blanco, pesimista, había llegado a la conclusión de que, a pesar de la revolución, en el fondo de la cuestión, nada había cambiado.


El problema de las cortes, para Blanco, es "hallarse fuera de la realidad, al frustrar las expectativas de los españoles". Pues Juan sin Tierra piensa "que los pobres pueblos discurren poco pero ven y sienten". Denunciaba, entre otras cosas a los dos centinelas que regían la sala de representación. Las bayonetas debían desterrarse no solo de ese recinto, sino de todo el contorno "pues los fusiles están en pugna con la libertad de los debates". También criticaba que las cortes no habían "dado oídos a los clamores justos que se habían levantado contra las sesiones secretas, demasiado frecuentes".

En cuanto a la Constitución misma, apuntaba los siguientes defectos:

1. La falta de un justo número de diputados que representen legítimamente las Américas.

2. La prohibición de que los diputados en Cortes ejercieran empleos de importancia en el Estado.

3. O el haber dejado, entre otras cosas, las contribuciones al arbitrio de otras autoridades.


Demasiada historia se me va de las  manos. Y además no la controlo, disculpen. En definitiva, resume Blanco, "todos, defectos que no se atienen a la realidad social de España". Porque a su modo de ver, "no se trata de formar un pueblo nuevo a quien darle el poder, sino de representar las grandes masas que la componen España".

Un Blanco White que a través de Juan sin Tierra comenta apasionadamente las cosas de España con pesimismo y desaliento: desengañado y realista, lamenta la falta de experiencia y la carencia de hechos prácticos de una Constitución basada demasiado en las ideas.  






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