viernes, 6 de septiembre de 2013

Tractatus logico-philosophicus. Ludwing Wittgenstein.



No importa lo que dicen los libros, sino lo que a cada uno se le ocurre cuando los lee. Por eso, a veces, la complejidad de un texto, su encriptamiento o su ambigüedad, son un regalo para el lector: la sugerencia de ideas incompletas o simplemente el hecho de señalar direcciones donde perder el pensamiento es de por sí algo mucho más interesante que lo que un escritor pretendía decir.

Pasa también en la filosofíaNadie puede pretender que  esas "visiones" sean asumidas como explicaciones del mundo -aunque en la práctica, la relación con el entorno siempre reposa en algún tipo de filosofía. Para mí, los filósofos son poetas que intentan explicar lo que no puede explicarse y lo hacen con metáforas, asociaciones de ideas y construcciones del pensamiento.   

En fin.

El caso es que "no entender" a Wittgesnstein y escuchar a gente discutiendo sobre su obra en una conversación de ascensor fue algo que dañó mi autoestima seriamente. Pero una cosa es saber lo que quiso decir y ser capaz de seguir el hilo de sus reflexiones (solamente accesibles a expertos, creo yo), y otra distinta es "entender" cosas de lo que quiso decir o de lo que dejó escrito.Y también otra muy distinta es que su texto funcione como un billete de tren para ir a lugares que uno no conoce. Como dijo Proust: "para abrir puertas en tu interior que jamás hubieras abierto de otro modo". 

El viaje de Wittgestein comienza en la lógica formal de un modo muy especializado. Concretamente trata en primer lugar de la estructura lógica de las preposiciones y de la naturaleza de la inferencia lógica. Y termina analizando los errores de nuestro sistema lógico, una rama del saber bastante concreta y minoritaria -a priori, podríamos decir que casi sin relevancia social- para llegar a su limites. Los límites de nuestro pensamiento. Y ahí la famosa y malinterpretada conclusión de su obra:


Y no es que sea exactamente así, es que se dio cuenta de que los sistemas no funcionan más allá de nuestras rutinas.

Decía su amigo Bertrand Russel que Wiggestein se convirtió en un místico. Y no me parece raro, todos los que profundizan en un tema, por concreto y delimitado que sea, llegan a la misma descorazonadora conclusión. Como si se abriera la puerta a una visión totalizadora del mundo. Una visión poética en cierto sentido.

Y sí, era un poeta Wiggestein. Porque a pesar de su sentencia "lo que puede decirse debe decirse de una forma clara y sencilla", la realidad es que su obra trata de lo que no se puede hablar, aunque resulta que si se puede si no se utiliza la lógica pragmática del lenguaje, si no se espera que las sentencias expresen lo que dicen. Es decir, si se utiliza la poesía.

Os dejo con los últimos artículos del libro:

6.52 Nosotros sentimos que incluso si todas las posibles cuestiones científicas pudieran responderse, el problema de nuestra vida no habría sido más penetrado. 

Desde luego que no queda ya ninguna pregunta, y precisamente ésta es la respuesta.

6.521 La solución del problema de la vida está en la desaparición de este problema.

(¿No es ésta la razón de que los hombres que han llegado a ver claro el sentido de la vida después de mucho dudar, no sepan decir en qué consiste este sentido?)

6.522 Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a si mismo; esto es lo místico.

6.53 El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir, las proposiciones de la ciencia natural –algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. Este método dejaría descontentos a los demás –pues no tendrían el sentimiento de que estábamos enseñándoles filosofía-, pero sería el único estrictamente correcto.

6.54 Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda
haya salido a través de ellas fuera de ellas. 

(Debe., pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido.) Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo.

7 De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.



Y aquí tenéis el Tractaus en PDF.












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