sábado, 30 de noviembre de 2013

Justine. Lawrence Durrell.



Quizás uno de los homenajes más bellos a la obra de Kavafis. Una ciudad escondida en una novela, Alejandría, pero la Alejandría mítica donde todas las formas del amor y el deseo (las lícitas y las prohibidas) establecen las relaciones políticas y sociales de sus ciudadanos. También una ciudad decadente entregada al placer que en realidad solo es un estado mental, la ciudad que construyeron Kavafis, Pierre de Louis o EM Forster, la ciudad del deseo y también de la tragedia y de la frustración, de la entrega, de la posesión y de la libertad.

Primera parte del Cuarteto de Alejandría, Justine es una de las cumbres de la novela contemporánea precisamente por sus errores, sus excesos y su exagerado sentimentalismo. También por contar una historia no verosímil en cuanto a los hechos narrados, a la situación, pero dolorosamente real en cuanto a la percepción mental de lo que se narra: los colores y las emociones que se ponen sobre la mesa.

También es una obra maestra en el aspecto formal: imposible recuperar el pasado (o intentarlo sin deformarlo) en el orden cronológico en el que sucedieron los hechos, sino en el orden en el que se imponen. El orden en el que esos acontecimientos, esas imágenes y escenas enquistadas se convierten en revelaciones. Imágenes que dependen unas de otras y cuyos significados son diferentes según la perspectiva en la que se abarquen. No el relativismo como  fin y parálisis, sino como herramienta de indagación en el pasado para asumir el presente, para convertir la experiencia en una enseñanza, cuando todo se ha perdido, si de algo vale eso.



Esta mujer de asombrosa belleza, Eve Cohen, fue la modelo para Justine. 

Es solo una novela, literatura. Y además Durrell quiere dejarlo claro. Y si Cervantes decía que la épica (la novela) debía contar hechos que no han sucedido nunca pero que podrían suceder y que a la vez asombraran al lector, Durrell hace lo mismo y construye una novela convencional, con su tejido de personajes, con clímax y desarrollo, pero al mismo tiempo propone una ruptura (¿qué hacemos con el amor?) y continúa la mejor tradición de escritores que consideran el arte no como un entretenimiento, sino como una herramienta de indagación.



Tenía un párrafo señalado para transcribirlo, pero prefiero compartir el poema de Kavafis sobre el que se construye la novela:


Los dioses abandonan a Antonio

Cuando de pronto, a medianoche, oigas
pasar el tropel invisible, las voces cristalinas,
la música embriagadora de sus coros,
sabrás que la Fortuna te abandona, que la Esperanza
cae, que toda una vida de deseos
se deshace en humo. ¡Ah, no sufras
por algo que ya excede el desengaño!
Como un hombre desde hace tiempo preparado,
saluda con valor a Alejandría que se marcha.
Y no te engañes, no digas
que era un sueño, que tus oídos te confunden,
quedan las súplicas y las lamentaciones para los cobardes,
deja volar las vanas esperanzas,
y como un hombre desde hace tiempo preparado,
deliberadamente, con un orgullo y una resignación
dignos de ti y de la ciudad,
asómate a la ventana abierta
para beber, más allá del desengaño,
la última embriaguez de ese tropel divino,
y saluda, saluda a Alejandría que se marcha.





Bueno. Y decir también que esta novela está traducida por Aurora Bernández, con quien tuvo el placer Córtazar de estar casado, y quién estuvo a su lado en sus últimos días. No viene al caso, pero quizás sea una de esas casualidades que le gustaban al escritor argentino: hace unos diez años, la primera vez que leí este libro, lo simultaneaba con una biografía sobre Cortázar, Eureka de Poe y Justine, claro. Sin saberlo, Eureka estaba traducido por Julio y Justine por Aurora. Bonitas casualidades.











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domingo, 24 de noviembre de 2013

La Evolución Creadora. Henri Bergson.



Algunos libros no se leen, sino que nos leen ellos a nosotros. 

Suelen ser libros poderosos que al cerrar la última página apenas puedes recordar una sola linea de lo que has leído, solo tienes miles de imágenes en tu cabeza. Pero no importa, porque lo que has imaginado y descubierto de ti mismo al leerlo, ha sido más importante de lo que de verdad estaba escrito en sus páginas. En serio. Da vértigo recordarlo.

La Evolución Creadora es uno de esos libros mágicos que cada vez que lo lees es diferente y cada vez más intenso y complejo. Subestimado por el mismísimo Bertrand Russell y por el cientificismo en general, es quizás Bergson el pensador que más ha influencia ha tenido en el arte del siglo XX, y tiene sentido que sea la ciencia y las filosofías materialistas quiénes lo critiquen y los artistas quienes lo comprendan, o mejor quienes lo "utilicen".

Henry Miller en Capricornio cuenta su obsesión por este libro y como pasaba horas explicándole párrafos a sus trabajadores de la Cosmodemonic Telegraph Company. Pero también es imprescindible para entender, por ejemplo, a Machado, y bueno, es un hecho conocido que En busca del tiempo perdido de Proust (primo de Bergson) es una "puesta en práctica" de su filosofía.



(Cuenta la historia un sugerente encuentro en París entre un maduro Machado y un joven T. S.  Eliot en unos cursos de filosofía impartidos por Bergson al que asistieron los dos poetas. Y por cierto, que aunque Eliot después le denostara como parte de "la tontería francesa" es quizás uno de los poetas que mas se acerquen a su filosofía. 


O algo así decía, lo escribo de memoria.) 

Bueno me salgo del tema. Hablaba del poder de algunos libros mágicos. Cuando Edgar Allan Poe terminó su hermosa iluminación Eureka, dejó escrito: para los que sienten más que para los que piensan. Y eso mismo es aplicable a La Evolución Creadora. Es muy fácil desmontar a Bergson (por cierto, premio novel de literatura a pesar de ser un filosofo y no haber escrito literatura) y es cierto que tras una lectura literal, con el método científico de Newton en la mano, puede Bergson darte una imagen torpe, como alguien que propone un simple juego poético o filosófico, más o menos sugerente, pero que no hay que tomar en serio...

Pero. 

Pero La Evolución Creadora es un libro mágico que es imposible leer porque te lee él a ti, y eso es lo mejor que puede hacer un libro por la humanidad. Así que no importan las conclusiones que saques sobre el libro, sino lo que descubras de ti mismo o lo lejos que llegue tu imaginación.

Empieza una frase al azar y parece que Bergson se lanza por encima de nuestro tiempo y nuestra cosmovisión, pero al leer la última palabra, la sensación de vértigo decae y nos sentimos un poco decepcionados. No pasa nada, lo importante no es lo que diga, sino a dónde hemos llegado gracias a lo que nos ha sugerido el poeta, digo el filósofo, Bergson. Debe ser duro tener algo nuevo que decir al mundo y solamente poder hacerlo con conceptos y frases y herramientas de nuestro tiempo... 

Debemos a La Evolución Creadora y a su autor el destronamiento oficial de la razón de su puesto dominante en virtud de la irracionalidad informe. El principio del fin de la edad moderna.  


Voy a poner un párrafo al azar del libro:

El universo dura, llamando a la duración invención, creación de formas, brote incesante de novedades absolutas. Los sistemas aislados duran también si se les reintegra al Todo como duran los objetos limitados por nuestra percepción. Es ésta la que, en la maraña de lo real, traza los contornos, aristas, superficies de las cosas como líneas punteadas de nuestra posible acción sobre los objetos. Pero si se suprime esta acción, la individualidad de cada cosa se reabsorbe y sume en la interacción universal que es, sin duda, la realidad misma...














domingo, 17 de noviembre de 2013

Poemas y testimonios. Safo.



Su fama ha llegado hasta nosotros como la de los dioses mitológicos y su obra, lo que nos ha quedado, seduce nuestra sensibilidad a través de la historia como si no hubiera transcurrido el tiempo. 

Sobre Safo sabemos poco en realidad. De los nueve célebres libros publicados en Alejandría, solamente nos quedan 168 fragmentos, de los que prácticamente un tercio es intraducible debido a su mal estado. A pesar de todo, la voz de Safo y sus turbulencias emocionales se perciben con una intensidad de la que pocos textos pueden presumir. Parece que la verdadera poetisa todavía quisiera hablarnos. 

Y digo verdadera, porque a Safo la hemos inventado entre todos en Occidente, como parte de nuestra mitología (aunque ella hable de otra cosa que no era occidente). Porque los espacios en blanco entre fragmentos los rellenamos con nuestras pasiones y nuestras vivencias.    

Dice la historia que Safo se rodeó de un grupo de mujeres jóvenes, se llamaban hetarias, compañeras,a las que enseñaba música, poesía y danza. Un día los padres de una hetaria llamada Atti acudieron para llevarse a su hija, aludiendo a ciertas prácticas y costumbres que la poetisa compartía con sus pupilas. Era precisamente la preferida de Safo. Esta desdicha fue para la poesía una gran suerte, pues el dolor de la separación inspiró a la poetisa algunos de los mejores versos de la lírica de todos los tiempos. 

Atti no ha regresado
en verdad, me gustaría estar muerta. 
Al abandonarme ella lloraba.
Lloraba y me decía: ah, Safo,
mi dolor es inmenso, me voy a pesar de ti.
Ah, tu sabes bien cuanto te quiero. 

Como explica Aurora Luque, responsable de la edición, la poesía de Safo nace en el Eros y esto es algo que sabe todo el mundo. Pero un eros que no es solamente sexo y que se proyecta en el presente, el pasado y el futuro impregnando el tiempo, la experiencia y todas las indagaciones y reflexiones de la poetisa.



Por eso mismo su deseo se extiende a su entorno como si se le escapara a través de la piel, a la naturaleza y más allá de la naturaleza, a la sociedad y al sistema. Supera el límite de lo privado y lo interno para abarcar lo colectivo, lo sexual, lo religioso y lo público, envueltos de un modo que nuestra cultura no sabe descifrar... aunque le resulte extrañamente sugerente, como un deseo de lo que debería ser. Suficiente como para pensar un rato. 

Lamentablemente el prestigio del personaje contrasta con la escasa fortuna de sus textos. Pero aún así Safo, para nosotros, es un enigma y así debemos entender los fragmentos de su obra, como una pequeña piedra que encontramos que formó parte una hermosa ciudad, de una civilización, de una cultura.  

Sagrada y hermosa...
la joven...
en torno a...

Al final todo es leyenda en Safo, como si siempre nos incitara a imaginar, es lo que nosotros queramos. Así, la tradición le inventó también una muerte dramática y novelesca, decidiendo que la poetisa acabara su vida arrojándose al mar desde la roca Léucade al verse desdeñada por su amado Faón. 

Dos tradiones se confunden en torno al salto de Léucade: para unos es el lugar donde se suicidaban los enamorados terminales y para otros el gesto tenía propiedades terapéuticas sobre la pasión amorosa. 


El mar por medio.

Desde Sardes 
ella su pensamiento aquí tiene a menudo.

De ti, semejante a una diosa revelada,
tu canto le agradaba vivamente.

Ahora entre mujeres de Lidia sobresale
igual que, cuando ya se ha hundido el sol,
la luna con sus dedos de rosa va envolviendo
todos los astros y su luz se extiende
sobre la mar salina y de la misma forma por los campos
saturados de flor;

Está el rocío hermoso ya esparcido,
y las rosas y el tierno perifollo
y el floreciente trébol ya lozanos.

Vagando acá y allá, ella, de Atis
la dulce al acordarse con deseo, en sus entrañas
tiernas por tu destino se consume:

Que nosotras vayamos hasta allí...
sin comprenderlo, inmenso
resuena el mar por medio.

No es fácil que a las diosas
por tu hermosura que deseo inspira
te puedas tú igualar.

Afrodita
el néctar escanciaba
de una vasija de oro.

Persuasión, con sus manos...

...amigas...


Desesperanza

Fantasía nocturna, que por la negra noche
errante vas con el sueño,

Dulce divinidad: preciso es en verdad que los recuerdos
del tormento mantengan su poder apartado.

me invade una esperanza de no participar
y no aguardo ninguna de las dichas.

Pues si no fuera yo de este talante,
delicias y ...


A ti no voy a renunciar

No es justo, Mica, de tu parte.
Pero a ti yo no voy a renunciar.
Has elegido el amor de las Pentílidas, 
niña de mal carácter. Más nosotras
...un dulce canto...
...de sonido de miel...
...silbadores vientos... 
...húmeda de rocío...


Lotos del Aqueronte

Gongila...

Dije: oh, señor,
no, por la diosa bienaventurada,
nada me procura arriba un placer suficiente,

sino que me invade un deseo de morir
y la orilla escarpada, florecida de lotos, 
cubierta de rocío,
contemplar de Aqueronte. 


Lucero 

Estrella vespertina que traes todo aquello que, radiante, 
la Aurora ha dispersado:
traes la oveja, traes la cabra, llevas lejos
de la madre a su hija.

...

... de entre todos los astro el más bello...


La manzana olvidada

...como la manzana dulce se vuelve roja en la rama,
alta sobre la más alta y olvidada de los cosechadores
-pero no la han dejado por olvido: es que no la pudieron alcanzar...







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martes, 12 de noviembre de 2013

Los mejores cuentos. Guy de Maupassant.



Se llama Los mejores cuentos esta recopilación de Alianza Editorial. Pero no lo son, faltan algunos... se han olvidado de incluir... ¡los mejores precisamente! Los cuentos en los que podemos ver como la mente de Maupassant se descompone y como el mismo escritor se da cuenta, aterrado, de lo que le sucede.

Maupassant es un escritor que se pierde entre dos categorías literarias: más sutil y profundo que la literatura de género en la que se le sitúa algunas veces (la literatura de terror) y algo cojo en otras ocasiones como para incluirlo en lo que los críticos más clasistas llaman "gran literatura", aunque se olvidan de que todos los escritores cojean...

Escribió dos tipos de cuentos: relatos costumbristas de más o menos calidad como 'bola de sebo', 'Un drama verdadero' o 'Encuentro' que contienen todas las características del género, pero que podrían haber sido escritos por cualquier otro escritor; y otro tipo de cuentos que plantean una duda razonable sobre dónde están y que supone para nosotros los límites de la percepción.

Con esto me refiero a lo que se conocen como sus cuentos de terror, especialmente sórdidos y lúgubres: enfermos.

No es Maupassant, precisamente, un escritor que inventa en frío relatos para asustar al pueblo y escandalizar a la burguesía, sino un artista que expresa su angustia en presente, sin ironía ni censura. Como explica el estudiosos de lo fantástico Louis Vax: el terror que expresan sus cuentos es exclusivamente personal y nace en su mente enferma como presagio de su próxima desintegración. Sus cuentos de miedo, expresan de algún modo la protesta desesperada de un hombre que siente como su razón se desintegra.

Y es justamente la razón sobre lo que se basa la sociedad moderna, lo que nos une y nos integra: perderla es quedarse solo y excluido.


En este sentido es el relato 'El horla' es suficiente como para que los críticos incluyan a Mauppassant en "la gran literatura". No podría yo encontrar mejores palabras para explicarlo (y seguramente en la explicación se pierdan algo) pero, como dice Louis Vax "hay -en 'El horla'- al principio una inquietud interior, luego manifestaciones sobrenaturales reveladas solo a la víctima, por último, también el mundo que la rodea es alcanzado por sus visiones. La enfermedad del alma se convierte en putrefacción del cosmos...

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sábado, 9 de noviembre de 2013

Isolagnosis. Ignacio Gutiérrez.



Bueno, aquí os dejo un avance de la obra 'Isolagnosis', publicada por Ediciones en Huida (2013).

El libro de poemas puede comprarse en el correo y cuesta solo 10 euritos: ventas@edicionesenhuida.es

o en algunas librerías de Cádiz como La Clandestina, Manuel de Falla, Las Libreras y si no recuerdo mal, Quorum. Y en Sevilla, seguro, en Un Gato en Bicicleta.


También podéis visitar el blog del autor aquí: Isolagnosis blog

o seguirlo por facebook clickeando aquí: Isolagnosis Facebook.

He aquí el avance (tarda un poquito en cargar):




viernes, 8 de noviembre de 2013

Antología. Octavio Paz.


Cada verso es un poema, una cláusula cerrada completa.

Un sauce de cristal, un chopo de agua. 

A veces, solamente la expresión fría de un significante asociado a la emoción contenida en significado:

cuerpo de luz filtrado por un ágata 
piernas de luz, vientre de luz, bahías.

Un conjunto de denotaciones que se relacionan entre sí, pero cerradas en cada linea. Como los días que tarda el planeta venus en realizar la conjunción con el sol, 584 versos forman Piedra de Sol (haciendo referencia al calendario azteca), el poema circular de Octavio Paz. Hay que leerlo despacio, pensando que entre cada verso hay un anochecer y un amanecer y recordando que cada día de nuestra vida, podría ser, también, un verso.

Al leer una antología de Octavio Paz, ocurre lo mismo que al leer su poema Piedra de Sol. Al principio, Libertad bajo palabra, el yo del poeta se ve solo como una silueta contra una luz brillante. Son unos poemas de asombro, cercanos al taoísmo, en el que el entorno, lo que nos rodea, solo existe cuando el poeta los percibe o los recuerda, pero nunca vemos a Octavio. A medida que madura, sucede lo contrario, los rasgos del poeta se van aclarando y solamente existe cuando se relaciona con el entorno.



Octavio Paz podría ser un poeta de la generación del 27, pero a diferencia de ellos (seguramente España no sea el país mas adecuado para generar poetas) parece que Octavio se movía libre por donde los Cernudas, Lorcas y Aleixandres no pudieron. Y no lo digo en detrimento de los andaluces -porque a veces los artistas españoles me recuerdan al albatros de Baudelaire- sino por la unidad y la precisión de la obra de Otavio Paz cuyo último poema escrito en 1996 no se diferencia apenas de sus primeros poemas.

Lo que quería decir antes antes al relacionar su obra completa con Piedra de Sol, que termina y comienza con los mismos versos.

No es lo mismo, parece, el desarrollo vital con los demás, con el trabajo, en el amor etc, que la vida poética. Es decir, no es lo mismo el Yo, que el Yo poético, el yo que experimenta de otro modo y produce también de otro modo. 

Octavio Paz es un poeta que nombra más que dice. Un poeta de imágenes, por lo tanto, que ofrece al lector materiales para que él mismo construya y complete los poemas. Un yo difuso, muchas veces, que cuando más se muestra más entorpece. Pero al mismo tiempo un yo que no es Octavio.

Es el lector.  




Espejo. 

Hay una noche,
un tiempo hueco, sin testigos,
una noche de uñas y silencio,
páramo sin orillas,
isla de yelo entre los días;
una noche sin nadie
sino su soledad multiplicada.

Se regresa de unos labios
nocturnos, fluviales,
lentas orillas de coral y savia,
de un deseo, erguido
como la flor bajo la lluvia, insomne
collar de fuego al cuello de la noche,
o se regresa de uno mismo a uno mismo,
y entre espejos impávidos un rostro
me repite a mi rostro, un rostro
que enmascara a mi rostro.

Frente a los juegos fatuos del espejo
mi ser es pira y es ceniza,
respira y es ceniza,
y ardo y me quemo y resplandezco y miento
un yo que empuña, muerto,
una daga de humo que le finge
la evidencia de sangre de la herida,
y un yo, mi yo penúltimo,
que sólo pide olvido, sombra, nada,

  final mentira que lo enciende y quema.

De una máscara a otra
hay siempre un yo penúltimo que pide.
Y me hundo en mí mismo y no me toco.





Mas allá del amor


Todo nos amenaza: 

el tiempo, que en vivientes fragmentos divide 
al que fui 
del que seré, 
como el machete a la culebra; 
la conciencia, la transparencia traspasada, 
la mirada ciega de mirarse mirar; 
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba, 
el agua, la piel; 
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan, 
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba. 



Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas, 
ni el delirio y su espuma profética, 
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan. 
Más allá de nosotros, 
en las fronteras del ser y el estar, 
una vida más vida nos reclama. 



Afuera la noche respira, se extiende, 
llena de grandes hojas calientes, 
de espejos que combaten: 
frutos, garras, ojos, follajes, 
espaldas que relucen, 
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos. 



Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma, 
de tanta vida que se ignora y se entrega: 
tú también perteneces a la noche. 
Extiéndete, blancura que respira, 
late, oh estrella repartida, 
copa, 
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora, 
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.



Aquí (el poema de Rayuela)

Mis pasos en esta calle
resuenan
                en otra calle
donde
            oigo mis pasos
pasar en esta calle
donde

solo es real la niebla



Piedra de sol

Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras
de los días futuros y el aciago
fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,
como el viento cantando en el incendio,
una mirada que sostiene en vilo
al mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo de luz filtrado por un ágata,
piernas de luz, vientre de luz, bahías,
roca solar, cuerpo color de nube,
color de día rápido que salta,
la hora centellea y tiene cuerpo,
el mundo ya es visible por tu cuerpo,
es transparente por tu transparencia,

voy entre galerías de sonidos,
fluyo entre las presencias resonantes,
voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro,
oh bosque de pilares encantados,
bajo los arcos de la luz penetro
los corredores de un otoño diáfano,

voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño de esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,
tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua,
cierras mis ojos con tu boca de agua,
sobre mis huesos llueves, en mi pecho
hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río,
voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina
voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza,
recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

corredores sin fin de la memoria,
puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos lo veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo en el instante, caigo al fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro,
busco el sol de las cinco de la tarde
templado por los muros de tezontle:
la hora maduraba sus racimos
y al abrirse salían las muchachas
de su entraña rosada y se esparcían
por los patios de piedra del colegio,
alta como el otoño caminaba
envuelta por la luz bajo la arcada
y el espacio al ceñirla la vestía
de un piel más dorada y transparente,

tigre color de luz, pardo venado
por los alrededores de la noche,
entrevista muchacha reclinada
en los balcones verdes de la lluvia,
adolescente rostro innumerable,
he olvidado tu nombre, Melusina,
Laura, Isabel, Perséfona, María,
tienes todos los rostros y ninguno,
eres todas las horas y ninguna,
te pareces al árbol y a la nube,
eres todos los pájaros y un astro,
te pareces al filo de la espada
y a la copa de sangre del verdugo,
yedra que avanza, envuelve y desarraiga
al alma y la divide de sí misma,

escritura de fuego sobre el jade,
grieta en la roca, reina de serpientes,
columna de vapor, fuente en la peña,
circo lunar, peñasco de las águilas,
grano de anís, espina diminuta
y mortal que da penas inmortales,
pastora de los valles submarinos
y guardiana del valle de los muertos,
liana que cuelga del cantil del vértigo,
enredadera, planta venenosa,
flor de resurrección, uva de vida,
señora de la flauta y del relámpago,
terraza del jazmín, sal en la herida,
ramo de rosas para el fusilado,
nieve en agosto, luna del patíbulo,
escritura del mar sobre el basalto,
escritura del viento en el desierto,
testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado,
adolescente rostro perseguido
años fantasmas, días circulares
que dan al mismo patio, al mismo muro,
arde el instante y son un solo rostro
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos,

no hay nada frente a mí, sólo un instante
rescatado esta noche, contra un sueño
de ayuntadas imágenes soñado,
duramente esculpido contra el sueño,
arrancado a la nada de esta noche,
a pulso levantado letra a letra,
mientras afuera el tiempo se desboca
y golpea las puertas de mi alma
el mundo con su horario carnicero,

sólo un instante mientras las ciudades,
los nombres, lo sabores, lo vivido,
se desmoronan en mi frente ciega,
mientras la pesadumbre de la noche
mi pensamiento humilla y mi esqueleto,
y mi sangre camina más despacio
y mis dientes se aflojan y mis ojos
se nublan y los días y los años
sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico
y no hay nada detrás de sus imágenes
el instante se abisma y sobrenada
rodeado de muerte, amenazado
por la noche y su lúgubre bostezo,
amenazado por la algarabía
de la muerte vivaz y enmascarada
el instante se abisma y se penetra,
como un puño se cierra, como un fruto
que madura hacia dentro de sí mismo
y a sí mismo se bebe y se derrama
el instante translúcido se cierra
y madura hacia dentro, echa raíces,
crece dentro de mí, me ocupa todo,
me expulsa su follaje delirante,
mis pensamientos sólo son su pájaros,
su mercurio circula por mis venas,
árbol mental, frutos sabor de tiempo,

oh vida por vivir y ya vivida,
tiempo que vuelve en una marejada
y se retira sin volver el rostro,
lo que pasó no fue pero está siendo
y silenciosamente desemboca
en otro instante que se desvanece:

frente a la tarde de salitre y piedra
armada de navajas invisibles
una roja escritura indescifrable
escribes en mi piel y esas heridas
como un traje de llamas me recubren,
ardo sin consumirme, busco el agua
y en tus ojos no hay agua, son de piedra,
y tus pechos, tu vientre, tus caderas
son de piedra, tu boca sabe a polvo,
tu boca sabe a tiempo emponzoñado,
tu cuerpo sabe a pozo sin salida,
pasadizo de espejos que repiten
los ojos del sediento, pasadizo
que vuelve siempre al punto de partida,
y tú me llevas ciego de la mano
por esas galerías obstinadas
hacia el centro del círculo y te yergues
como un fulgor que se congela en hacha,
como luz que desuella, fascinante
como el cadalso para el condenado,
flexible como el látigo y esbelta
como un arma gemela de la luna,
y tus palabras afiladas cavan
mi pecho y me despueblan y vacían,
uno a uno me arrancas los recuerdos,
he olvidado mi nombre, mis amigos
gruñen entre los cerdos o se pudren
comidos por el sol en un barranco,

no hay nada en mí sino una larga herida,
una oquedad que ya nadie recorre,
presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que se mira mirarse hasta anegarse
de claridad:
yo vi tu atroz escama,
Melusina, brillar verdosa al alba,
dormías enroscada entre las sábanas
y al despertar gritaste como un pájaro
y caíste sin fin, quebrada y blanca,
nada quedó de ti sino tu grito,
y al cabo de los siglos me descubro
con tos y mala vista, barajando
viejas fotos:
no hay nadie, no eres nadie,
un montón de ceniza y una escoba,
un cuchillo mellado y un plumero,
un pellejo colgado de unos huesos,
un racimo ya seco, un hoyo negro
y en el fondo del hoyo los dos ojos
de una niña ahogada hace mil años,

miradas enterradas en un pozo,
miradas que nos ven desde el principio,
mirada niña de la madre vieja
que ve en el hijo grande un padre joven,
mirada madre de la niña sola
que ve en el padre grande un hijo niño,
miradas que nos miran desde el fondo
de la vida y son trampas de la muerte
¿o es al revés: caer en esos ojos
es volver a la vida verdadera?,

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte!
esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo:
¿hacía planes
para el verano? y todos los veranos?
en Christopher Street, hace diez años,
con Filis que tenía dos hoyuelos
donde bebían luz los gorriones?,
¿por la Reforma Carmen me decía
"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",
o se lo dijo a otro que he perdido
o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
¿caminé por la noche de Oaxaca,
inmensa y verdinegra como un árbol,
hablando solo como el viento loco
y al llegar a mi cuarto? ¿siempre un cuarto?
no me reconocieron los espejos?,
¿desde el hotel Vernet vimos al alba
bailar con los castaños? "ya es muy tarde"
decías al peinarte y yo veía
manchas en la pared, sin decir nada?,
¿subimos juntos a la torre, vimos
caer la tarde desde el arrecife?
¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos
gardenias en Perote?,
nombres, sitios,
calles y calles, rostros, plazas, calles,
estaciones, un parque, cuartos solos,
manchas en la pared, alguien se peina,
alguien canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,

Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes esculpidas
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total...
cuartos a la deriva
entre ciudades que se van a pique,
cuartos y calles, nombres como heridas,
el cuarto con ventanas a otros cuartos
con el mismo papel descolorido
donde un hombre en camisa lee el periódico
o plancha una mujer; el cuarto claro
que visitan las ramas de un durazno;
el otro cuarto: afuera siempre llueve
y hay un patio y tres niños oxidados;
cuartos que son navíos que se mecen
en un golfo de luz; o submarinos:
el silencio se esparce en olas verdes,
todo lo que tocamos fosforece;
mausoleos de lujo, ya roídos
los retratos, raídos los tapetes;
trampas, celdas, cavernas encantadas,
pajareras y cuartos numerados,
todos se transfiguran, todos vuelan,
cada moldura es nube, cada puerta
da al mar, al campo, al aire, cada mesa
es un festín; cerrados como conchas
el tiempo inútilmente los asedia,
no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,
abre la mano, coge esta riqueza,
corta los frutos, come de la vida,
tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,

todo se transfigura y es sagrado,
es el centro del mundo cada cuarto,
es la primera noche, el primer día,
el mundo nace cuando dos se besan,
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde de las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo, el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón, el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo predilecto de la Iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombre de los hombres,
al hombre de sí mismo,
se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;

amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres:
"déjame ser tu puta", son palabras
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después;
mejor el crimen,
los amantes suicidas, el incesto
de los hermanos como dos espejos
enamorados de su semejanza,
mejor comer el pan envenenado,
el adulterio en lechos de ceniza,
los amores feroces, el delirio,
su yedra ponzoñosa, el sodomita
que lleva por clavel en la solapa
un gargajo, mejor ser lapidado
en las plazas que dar vuelta a la noria
que exprime la substancia de la vida,
cambia la eternidad en horas huecas,
los minutos en cárceles, el tiempo
en monedas de cobre y mierda abstracta;

mejor la castidad, flor invisible
que se mece en los tallos del silencio,
el difícil diamante de los santos
que filtra los deseos, sacia al tiempo,
nupcias de la quietud y el movimiento,
canta la soledad en su corola,
pétalo de cristal en cada hora,
el mundo se despoja de sus máscaras
y en su centro, vibrante transparencia,
lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,
se contempla en la nada, el ser sin rostro
emerge de sí mismo, sol de soles,
plenitud de presencias y de nombres;

sigo mi desvarío, cuartos, calles,
camino a tientas por los corredores
del tiempo y subo y bajo sus peldaños
y sus paredes palpo y no me muevo,
vuelvo donde empecé, busco tu rostro,
camino por las calles de mí mismo
bajo un sol sin edad, y tú a mi lado
caminas como un árbol, como un río
caminas y me hablas como un río,
creces como una espiga entre mis manos,
lates como una ardilla entre mis manos,
vuelas como mil pájaros, tu risa
me ha cubierto de espumas, tu cabeza
es un astro pequeño entre mis manos,
el mundo reverdece si sonríes
comiendo una naranja,
el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre las yerba: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso,

no pasa nada, callas, parpadeas
(silencio: cruzó un ángel este instante
grande como la vida de cien soles),
¿no pasa nada, sólo un parpadeo?
y el festín, el destierro, el primer crimen,
la quijada del asno, el ruido opaco
y la mirada incrédula del muerto
al caer en el llano ceniciento,
Agamenón y su mugido inmenso
y el repetido grito de Casandra
más fuerte que los gritos de las olas,
Sócrates en cadenas" (el sol nace,
morir es despertar: "Critón, un gallo
a Esculapio, ya sano de la vida"),
el chacal que diserta entre las ruinas
de Nínive, la sombra que vio Bruto
antes de la batalla, Moctezuma
en el lecho de espinas de su insomnio,
el viaje en la carretera hacia la muerte
?el viaje interminable mas contado
por Robespierre minuto tras minuto,
la mandíbula rota entre las manos?,
Churruca en su barrica como un trono
escarlata, los pasos ya contados
de Lincoln al salir hacia el teatro,
el estertor de Trotsky y sus quejidos
de jabalí, Madero y su mirada
que nadie contestó: ¿por qué me matan?,
los carajos, los ayes, los silencios
del criminal, el santo, el pobre diablo,
cementerio de frases y de anécdotas
que los perros retóricos escarban,
el delirio, el relincho, el ruido obscuro
que hacemos al morir y ese jadeo
que la vida que nace y el sonido
de huesos machacados en la riña
y la boca de espuma del profeta
y su grito y el grito del verdugo
y el grito de la víctima...
son llamas
los ojos y son llamas lo que miran,
llama la oreja y el sonido llama,
brasa los labios y tizón la lengua,
el tacto y lo que toca, el pensamiento
y lo pensado, llama el que lo piensa,
todo se quema, el universo es llama,
arde la misma nada que no es nada
sino un pensar en llamas, al fin humo:
no hay verdugo ni víctima...
¿y el grito
en la tarde del viernes?, y el silencio
que se cubre de signos, el silencio
que dice sin decir, ¿no dice nada?,
¿no son nada los gritos de los hombres?,
¿no pasa nada cuando pasa el tiempo?

no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol, un movimiento apenas, nada,
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,
los muerto están fijos en su muerte
y no pueden morirse de otra muerte,
intocables, clavados en su gesto,
desde su soledad, desde su muerte
sin remedio nos miran sin mirarnos,
su muerte ya es la estatua de su vida,
un siempre estar ya nada para siempre,
cada minuto es nada para siempre,
un rey fantasma rige sus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
labra sobre tu rostro cambiante:
el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra,

¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuando somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, ¿todos somos
la vida? pan de sol para los otros,
¿los otros todos que nosotros somos?,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,

Eloísa, Perséfona, María,
muestra tu rostro al fin para que vea
mi cara verdadera, la del otro,
mi cara de nosotros siempre todos,
cara de árbol y de panadero,
de chofer y de nube y de marino,
cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo,
cara de solitario colectivo,
despiértame, ya nazco:
vida y muerte
pactan en ti, señora de la noche,
torre de claridad, reina del alba,
virgen lunar, madre del agua madre,
cuerpo del mundo, casa de la muerte,
caigo sin fin desde mi nacimiento,
caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,
recógeme en tus ojos, junta el polvo
disperso y reconcilia mis cenizas,
ata mis huesos divididos, sopla
sobre mi ser, entiérrame en tu tierra,
tu silencio dé paz al pensamiento
contra sí mismo airado;
abre la mano,
señora de semillas que son días,
el día es inmortal, asciende, crece,
acaba de nacer y nunca acaba,
cada día es nacer, un nacimiento
es cada amanecer y yo amanezco,
amanecemos todos, amanece
el sol cara de sol, Juan amanece
con su cara de Juan cara de todos,

puerta del ser, despiértame, amanece,
déjame ver el rostro de este día,
déjame ver el rostro de esta noche,
todo se comunica y transfigura,
arco de sangre, puente de latidos,
llévame al otro lado de esta noche,
adonde yo soy tú somos nosotros,
al reino de pronombres enlazados,

puerta del ser: abre tu ser, despierta,
aprende a ser también, labra tu cara,
trabaja tus facciones, ten un rostro
para mirar mi rostro y que te mire,
para mirar la vida hasta la muerte,
rostro de mar, de pan, de roca y fuente,
manantial que disuelve nuestros rostros
en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,
indecible presencia de presencias . . .

quiero seguir, ir más allá, y no puedo:
se despeñó el instante en otro y otro,
dormí sueños de piedra que no sueña
y al cabo de los años como piedras
oí cantar mi sangre encarcelada,
con un rumor de luz el mar cantaba,
una a una cedían las murallas,
todas las puertas se desmoronaban
y el sol entraba a saco por mi frente,
despegaba mis párpados cerrados,
desprendía mi ser de su envoltura,
me arrancaba de mí, me separaba
de mi bruto dormir siglos de piedra
y su magia de espejos revivía
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre.

México, 1957.









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