domingo, 19 de enero de 2014

James Joyce. Ulises.


¿Que aplaca el corazón del hombre, 
náufrago en tormentas horrendas, 
sometido a prueba, como otro Ulises?


Por algo se decía que el Ulises de Joyce representaba el final de la novela. Al menos de la narrativa o por lo menos de la innovación y de la profundidad del narrador (ya no se dicen esas cosas porque ya no importa). No ha sido así, pero al no serlo, tristemente, la narrativa ha pasado a ocupar un espacio en el mercado, cuando antes lo ocupaba en el pensamiento.

No se puede llegar más lejos. Después de este libro, ser escritor solo puede significar dar un paso más que Joyce (y es difícil) o asumir que escribir es un acto de cobardía, de falta de compromiso, de no atreverse a ir más allá y, como en el eterno retorno de Nietzsche, repetir una y otra vez lo que ya se ha dicho y del mismo modo. El Ulises es un contrincante con el que medirte y perder siempre.

Marilyn Monroe disfrutó esta novela (por cierto su biblioteca era realmente interesante), a pesar de que muchos advierten que el Ulises es un juego intelectual extremo para literatos de tertulias (pajas mentales), olvidando que en este caso se trata del texto íntegro que un hombre "tuvo" que escribir, es decir: todo lo que Joyce tenía dentro, por lo que es probable que la inteligencia intuitiva de la malograda actriz y su curiosidad innata representen el mejor modo de acercarte al Ulises si todavía no lo has hecho.


Muy curioso lo que ocurre con este libro, capaz de humillar al más puesto. Porque todavía hay quien duda de su capacidad mental al empezar a leerlo y no superar la primera página (valgan como ejemplo los artículos sobre "novelas sobrevaloradas, etc". tan de moda últimamente, que dejan ver, más que nada, el nivel del crítico y sus complejos) y no debería ser así, porque Ulises es un texto escrito para ser disfrutado y no todo el mundo disfruta de las mismas cosas. Hay que saberlo para no traumatizarse.

Hermetismo. Ulises es un texto cifrado, escrito en un código secreto, pero al mismo tiempo un texto abierto al público que busca siempre nuevos lectores, curiosos, que disfruten del lenguaje y de la poesía por sí misma. Es un texto que deja claro desde la primera página que no está escrito para todo el mundo y que desde el primer capitulo plantea un viaje que cualquiera no tiene ganas de asumir (es un libro cansado), pero no hay nada que prohíba la entrada, digamos, al club: no hay reglas ni un examen previo que cualifiquen al lector, salvo el disfrute de la literatura en un cierto sentido. Quiero decir que no es un texto escrito para todo el mundo, claro, pero en ningún lugar se dice quién puede leerlo o quién no. No sé si me explico.

Cuenta poco la novela salvo las rutinas, miserias y esperanzas de unos cuantos personajes de la pequeña burguesía de un lugar determinado en una fecha concreta: Dublín, el 16 de junio de 1904. Podría ser simplemente una descripción costumbrista sin mayor interés... pero sobre la novela planea la sombra de Homero, elevando a un plano intemporal y universal unos hechos intrascendentes y señalando una nueva odisea contemporánea: el aislamiento y la soledad. Y no solo por esto el Ulises es ya un texto universal, pero está claro que el título obliga a buscar la relación de la novela con el hermoso poema griego, y eso es una tarea bonita para dejársela a los lectores.


Una de las cosas más complicadas de la novela es que capítulo a capítulo el narrador sufre una extraña metamorfosis. De un estricto estilo naturalista y objetivo, aderezado por la intromisión del stream of consciousness, comienza a asimilarse (como un juego) a los pensamientos y personajes protagonistas (el disfrute de narrar) algo que crea mucha confusión a los lectores que se acercan al libro buscando una historia interesante. Pero además, a mitad de la novela el narrador desaparece envuelto en experimentos que parece que no se toman en serio aquello que están cotando.

Un tipo de ironía que aleja y acerca el patetismo de la odisea contemporánea en la que viven los personajes. El lenguaje empieza a ocupar la función de protagonista, algo que se irá incrementando según progrese la novela. Pero si fuera solo eso el libro no tendría mayor interés que el de un despliegue de técnicas innovadoras. También hay emoción y poesía, porque las dos cosas van de la mano o no van.

Igual que otras muchas novelas vanguardistas (el Quijote, Rayuela) extremas, plantea Ulises, entre lineas, una propuesta: el arte no imita a la naturaleza según se interpreta erróneamente el dicho de Aristóteles, sino que su modus operandi es igual al de la naturaleza, con todo lo que eso significa y no hay tiempo de explicar... y tampoco sabría muy bien cómo hacerlo.

Una novela que en lo fundamental es una historia de hombres: Bloom (¿Ulises?), alguien que ha perdido el control de su hogar (esa tarde, su mujer va a serle infiel y su hija comienza a descubrir el mundo lejos de su amparo) y Stephen (¿Telémaco?), joven cada vez mas desconectado de su entorno. En cambio, toda la novela la impulsa una mujer, Molly Bloom (¿Penélope?) y también la cierra con el famoso monólogo irrespirable que tanta expectación y polémica creó en su día, como una fuerza de la naturaleza...

... Tal como nosotros, o madre Dana, tejemos y destejemos nuestros cuerpos, dijo Stephen, un día tras otro, las moléculas lanzadas de acá para allá, así teje y desteje el artista su imagen. Y tal como la espiga que tengo en el pecho derecho está donde estaba cuando nací, aunque todo el cuerpo se haya tejido de nueva materia una y otra vez, así a través del espectro del padre intranquilo la imagen del hijo no nacido se asoma expectante. En el intenso instante de imaginación, cuando la mente, dice Shelley, es un carbón que se desvanece, aquello que yo fui es aquello que soy y aquello que en posibilidad soy capaz de llegar a ser. Así pues en la posteridad, hermana del pasado, seré capaz de verme a mí mismo tal como estoy sentado aquí ahora pero por reflejo de aquello que entonces seré...








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2 comentarios:

  1. Cuando dice que "la profundidad del narrador (ya no se dicen esas cosas porque ya no importa) ... la narrativa ha pasado a ocupar un espacio en el mercado, cuando antes lo ocupaba en el pensamiento." Quiero decirle que yo SI sigo hablando de esas cosas y que a mi SI me importan y mucho y cuando doy una clase me entrego a ello. Con el paso de los años he podido ver los resultados y, aunque son pocos, me dejan más que satisfecho. La narrativa para mi seguirá ocupando el inmenso edificio del pensamiento. Y no sólo un piso de el, sino varios. Joyce, Proust, Nabokov, Faulkner, Steinbeck, Platón, son algunos de los infinitos pilares que sustentan esa parte del espacio de la mente... y ni hablar de la PAIDEIA griega aunque hoy se conserve meramente en drama, tan abundante en sabiduría aristocrática en todo el magnífico esplendor griego del término. Por eso creo firmemente en la profundiad del narrador... porque hay de narradores a narradores muy por encima de la criminal y nauseabunda mercadotecnia.

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  2. Sí, claro sigue habiendo minorías que utilizan (uttilizamos) la literatura como algo más que entretenimiento (al menos aparentemente), me refería más bien al espacio que se le concede a la literatura (al arte en general) en la sociedad de consumo y al modo en el que se le facicilita el acceso a la literatura a "los consumidores", si lo piensas se ha perdido mucho por el camino.

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