domingo, 18 de mayo de 2014

Poemas de la consumación. Vicente Aleixandre



De nuevo, el tema de la muerte en la literatura española... Pero no una muerte simbólica, metafísica o sicológica. No la muerte como concepto abstracto que abra la posibilidad a una mayor comprensión del mundo. No precisamente la muerte oriental o la muerte de los egipcios que es una invitación al crecimiento. Sino la muerte del individuo como final de todo. El vacío y la nada. O más bien, la presencia cercana del vacío y de la nada en la vejez del poeta, que repentinamente parece que tire de su obra, cuando antes era la vida y el amor quienes la empujaban.

El miedo a la muerte es quizás el tema más español en la poesía la contemporánea y a la vez el más ridículo. No es algo en esencia envidiable. Deja ver cierto egocentrismo inherente a nuestra cultura: una concepción del universo en la que todo gira al rededor del individuo que percibe la realidad. Aquí hablamos de la muerte real sinónimo del silencio. Ni siquiera la presencia medieval de la muerte, siempre tan sugerente y simbólica como un recordatorio de que nada es tan importante al fin y al cabo.

Este miedo a la muerte prosaica es casi un anticlimax poético, sobre todo si lo comparamos con la belleza natural de muerte que se reflejaba en La destrucción y el amor. Pero sobre todo es su negación absoluta: aunque el poeta sea capaz de plantear otras concepciones y casi rozar otras realidades no puede traerlas de un modo tangible a este lado, con la retórica parece que lo consigue, pero quizás sea solamente un juego (el poeta no es un sabio ni un místico) y a la larga demuestra su pertenencia a una cultura, la española, basada en lo práctico y lo palpable.

En este libro, Poemas de la consumación, la experiencia de la vejez y de la muerte llevan a Aleixandre a un comienzo que es un poco al revés y al mismo tiempo un poco triste: ¿Es posible que quien escribió "luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo", en su vejez, cuando se supone que habrá alcanzado algo de sabiduría solo tiene los Poemas de la consumación que ofrecer al mundo de la sensibilidad y la intuición?

Y me explico, el libro empieza así

Después de las palabras muertas, 
de las aún pronunciadas o dichas,
¿qué esperas? Unas hojas volantes,
más papeles dispersos. ¿quién sabe? unas palabras
deshechas como el eco o la luz que muere allá en la gran noche.

Y está lleno de versos como este:

morir es olvidar unas palabras dichas.

Sin duda parece que en la juventud había una sabiduría que la vejez ha perdido. En la cosmovisión poética de Aleixandre, tristemente, ha entrado la realidad, por lo que la autenticidad de su obra ha perdido valor: ahora es solo un reflejo no una verdad abstracta, antes representaba la pureza de la imaginación....

Parece mentira que quien escribió:

Muero porque me arrojo, porque quiero morir, 
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.


En su vejez solo pueda compararse con los jóvenes o recordar su juventud perdida (bueno, hace algo más en este libro, pero no mucho). O peor aún, sentirse estafado:

La decadencia añade verdad, pero no halaga.
ah, la visicitud
no se cancelará, pues es el tiempo.
mas, sí su doloroso error, su poso triste. Más bien su torva imagen,
su residuo imprimido: allí el horror sin máscara. 

¿Esta estrofa es solamente retórica o invalida lo que escribió en La destrucción o el amor?

El resto son pequeñas sutilezas. 'Consumación' significa acabamiento, extinción. Así que para Aleixandre la idea heracliana del fuego la destrucción y la trasnsformación, no le seduce como antes y que frente al fin, a la extinción su única opción vital (poética) es la recuperación de su historia desde diferentes puntos de vista...

Queda muy atrás La destrucción y el amor. 








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