viernes, 18 de julio de 2014

Tao Te King. Lao Tse


Pocos textos tan sencillos en la historia de la humanidad. Por su simpleza, cualquiera infravaloraría el contenido que encierra la obra de Lao Tse... y por su ambigüedad se exagera, dando pié a que muchos puedan reinterpretarlo para aprovecharse de los demás y sacar un beneficio a su costa...

Hay quien dice que la teoría más simple es la verdadera (no es cierto) pero en este caso encontramos en el Libro de la Sabiduría de Lao Tse (pretencioso nombre occidental) una llave, una pieza perfecta como un círculo, un cuadrado o un triangulo, un motivo que nos permite construir un sistema a su alrededor... pero cuidado, una base verdadera no garantiza la pureza del sistema. Lo advierten los mismos taoístas: el Tao no es una filosofía, ni una religión, los monasterios y los gurús son mentira, si quieres conocer lo que es el taoísmo solamente hay una opción: leer el Tao Te King.

¿Pretende alguien conquistar el mundo y hacer lo que quiera con él?
No veo cómo podría tener éxito.
El mundo es un recipiente sagrado que 
no puede ser manipulado ni dominado.
Manipularlo es estropearlo, 
y dominarlo perderlo.

Su simpleza es abrumadora: "del tao se puede hablar, pero no del Tao eterno, pueden nombrarse los nombres, pero no el nombre eterno". Hay algo que nos es desconocido y nunca vamos a comprender, precisamente, porque formamos parte de ese algo: lo que ocurra con "eso desconocido" nos afecta directamente y nuestros actos le afectan a directamente a "eso que no podemos atrapar". Heidegger lo explicó en Tiempo y ser de un modo más complejo sin predecir la conclusión a la que llegaban sus reflexiones: no somos observadores objetivos, formamos parte del universo: no podemos vernos desde fuera...

Comprender esta idea resulta desagradablemente prosaico si lo comparamos con la intuición taoista llena de poesía, sugerencias y ambigüedades: el texto de Lao Tse no son mandamientos que seguir para alcanzar la sabiduría, sino una invitación a descubrir por uno mismo la relación entre lo interior y lo exterior, la individualidad y el entorno: la conclusión es cierta y aplastante, simple por verdadera: nuestros actos tienen consecuencias, nosotros y el mundo que conocemos somos el resultado de acciones y fuerzas del pasado y al mismo tiempo somos acciones y fuerzas del pasado en el futuro: estamos inmersos en la cadena de consecuencias y nuestras acciones tienen repercusiones en nosotros mismos, en los demás y en el mundo que nos rodea. Ser Taoista es ser responsable con uno mismo, con los demás y con el entorno, por eso el "no-hacer", por eso "el regreso a lo primigenio", el "no dejar huella". Controlar las consecuencias de nuestras acciones es lo único posible, pero quizás para el occidental eso suponga tanta responsabilidad preferimos relegarlo al mundo de la excentricidad.

Sin salir más allá de tu puerta, puedes conocer los asuntos del mundo.
Sin espiar a través de las ventanas, puedes ver el Camino del Cielo.
Cuanto más lejos vas, menos conoces.
Así pues, el Sabio conoce sin viajar, ve sin mirar, y logra sin Actuar.

(...)

Aprender consiste en acumular conocimiento día a día;
la práctica del Tao consiste en reducirlo día a día. 
Sigue reduciendo y reduciendo hasta alcanzar
el estado del no-hacer.
No-hagas, y sin embargo, nada queda sin hacer.
Para ganar el mundo, se debe renunciar a todo. 
Si se tienen todavía intereses personales que servir, 
nunca se será capaz de ganar el mundo. 

Para quienes son conscientes de la necesidad de parar el progreso, ya en la antigüedad hablaban del rechazo de Lao Tse, quien nació anciano convertido en un mito, sobre la construcción de puentes, entendiéndolos como un atentado sobre la naturaleza, una ofensa al Tao. Y esto da que pensar que siempre hay alguien que va más allá y al final parece que todos son límites autoimpuestos para sentirnos cómodos, aunque esto sería otro tema...

Si Lao Tse, la persona física, existió o no eso no importa. Como Jesucristo o como Homero, existe el mito y existe también lo que dijeron que dijo. Tomando los relatos legendarios de su nacimiento, el sabio respiró por primera vez el aire de  la aldea de Kiu-Yen 600 años antes de Jesucristo. Cuenta la tradición que su madre, también virgen por cierto, lo llevó en su vientre durante 80 años y que le dio a luz desde la axila izquierda, una vez que un rayo de luz se introdujo en su boca cuando descansaba bajo la sombra de un ciruelo.

Lao Tse el viejo, que nació con los cabellos blancos y el rostro arrugado, 90 años después se encontró con Confucio, quién fue a buscarle para entrevistarse con él y descubrir por sí mismo (la gran enseñanza del Tao) si lo que decían del gran sabio era cierto. Dijo de él: " al animal que corre por la tierra se le atrapa con una trampa, al pez que nada en las aguas se le pesca con una red, al pájaro que vuela por los cielos se le caza con una flecha, pero al dragón que se remonta por encima de las nubes yo no sé cómo atraparlo. Yo he visto a Lao Tse, él es como ese dragón". De nuevo repito, no importa si esta historia es real o falsa, ha pasado de generación en generación.


El libro que dicen que escribió este gran sabio es como lo que describe: inaprensible. La razón, la emoción y la intuición deben colaborar estrechamente para no perderse en sus palabras y aún así, estas tres herramientas no son suficientes para descubrir el misterio del Tao. Hace tiempo mi padre me aconsejó que no me definiera en negativo, es decir, por lo que no soy, pero en algunos casos parece el único modo de atrapar lo inaprensible: el Tao Te King no es un libro de religión, pero trasluce cierta religiosidad; no es un libro de ética, pero señala un camino moral; no es un libro de filosofía, pero es la única filosofía que encuentra una pequeña piedra de verdad; y no es un libro de poesía, pero todos sus pajes son bellos, armónicos, delicados y sugerentes. Es  un libro lleno de contradicciones, pero a la vez es el texto de la humanidad más coherente, y en cierto sentido, es todo lo que uno quiera ver en él, pero también la manifestación de una verdad inconsciente, sencilla y aplastante, de un camino al que acercarse o del que alejarse, con la vaga sensación de que ese camino es uno mismo.

El gran Tao es universal como una corriente.
¿Cómo puede ser desviado a la derecha o a la izquierda?
Todas las criaturas dependen de él, y no niega nada a nadie. 
Lleva a cabo su labor, pero no se la atribuye.
Todo los viste y alimenta, pero no enseñorea sobre nada:
Así, puede ser llamado "lo pequeño".
Todas las cosas retornan a él como a su hogar,
pero no se erige en su dueño:
Así, puede ser llamado "lo grande".
Precisamente porque no desea ser grande, 
su grandeza se realiza plenamente.

"La acción expresada en la no-acción", "la unidad manifiesta en la diversidad", "el camino infinito", son intentos de definir el Tao. El Tao no es un dios, ni una ley, es algo que es nosotros mismos y a la vez es algo que recorremos, algo en lo que estamos y en los que somos y algo a lo que no podemos acceder. Pero no nos olvidemos, el taoísta no es un metafísico, es alguien que quiere encontrar el camino verdadero, que quiere pasar por el mundo sin dejar huella, alguien para quien el humor es el lenguaje con el que relacionarse con el mundo y asumir sus contradicciones: cuenta una vieja historia que un maestro taoísta, después de muchos años de experiencia y trabajo interior, recibió la iluminación sobre la verdadera naturaleza del tao (si es que estas palabras occidentales valen para explicar el proceso). A punto de morir, en su lecho, varios discípulos le preguntaron: ¿Podrías decirnos en este momento que es el Tao verdadero? El anciano abrió lentamente los ojos y con una sonrisa en los labios contestó: es sencillo, el Tao verdadero es el Tao verdadero. Después murió.

Cuando se abandona lo aprendido, desaparecen las contrariedades.
¿Qué diferencia hay entre "eh" y oh"?
¿Qué distinción puede hacerse entre "bueno" y "malo"?
¿He de temer lo que los demás temen?
¡Vaya tremendo sin sentido!
Todo el mundo está alegre y sonriente, como si festejaran el sacrificio de un buey, como si subieran al Pabellón de la Primavera; tan sólo yo permanezco tranquilo e impasible, como un recién nacido que todavía no ha sonreído. 
Sólo yo estoy desamparado, como quien no tiene hogar al que volver.
Todo el mundo vive en la abundancia:
sólo yo parezco no poseer nada. 
¡qué loco soy!
Todos son brillantes, ¡Tan brillantes!
Sólo yo estoy oscuro, ¡Tan oscuro!
Todos son agudos, ¡Tan agudos!
Sólo yo estoy callado, ¡Tan callado!
Suave como el océano, son propósitos como las ráfagas del vendaval.
Todo el mundo está encauzado en lo suyo, 
sólo yo permanezco obstinado y marginal.
Pero en lo que soy diferente a los demás 
¡es en saber sustentarme del Tao!







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