lunes, 25 de agosto de 2014

El Heresiarca y Cía. Guillaume Apolinaire.


Apollinaire no se tomaba en serio la escritura, pero si el arte (o más que el arte, el proceso creativo). Para él, escribir era un juego que consistía en darle la vuelta a lo convencional, a las ideas intelectuales y divertirse. Pero al mismo tiempo su obra se mezcla con una percepción altamente sensible de su entorno que convierte el juego en una forma superior de arte en el que "lo sublime" aparece al mismo nivel que lo ordinario, lo común, lo grotesco o lo escatológico: nacía el arte contemporáneo, las vanguardias, lo que después se llamaría la revalorización de la cultura popular masiva (etc) que condujeron sutilmente hacia las formas de consumo masivo, el pop...

Su vida ya se ha contado ya algunas veces, pero siempre tiene interés: dedicado casi completo al arte y a la contemplación hedonista, es uno de los poetas más auténticos de principios del siglo XX y una persona activísima. En 1914 (apenas iniciada la guerra) se enroló como voluntario (eso sí, afirmando que quería la victoria de Alemania -siendo francés- porque eso significaría "la victoria del cubismo") y resultó herido en la cabeza. Una trepanación pareció curarlo y comenzó a escribir de nuevo, pero su enorme cuerpo quedo debilitado y murió tras la epidemia de gripe de 1918.


Este volumen de cuentos (menores) fue el primer libro (si olvidamos la gamberrada de Las once mil vergas) publicado por el inquieto Apollinaire. En él recopiló la mayor parte de sus cuentos dispersos en revistas y diarios. Si bien los cuentos no son excelentes, en cada párrafo siempre se encuentran algunos rasgos de eso que en Apollinaire puede llamarse genialidad y que es su capacidad para convertir en mítico lo ordinario.

Los cuentos, de tono digamos divertido, pueden dividirse en tres grupos:


  • divertimentos contra la Iglesia y el judaísmo;
  • relatos costumbristas exóticos producto de sus conocimientos de etnias y culturas ( y de su imaginación también);
  •  y unos relatos fantásticos llenos de humor negro que por momentos bordea la sátira y la ciencia ficción. 


La crueldad entra también entre las palabras que podríamos utilizar para describir estos cuentos, pero también la sensibilidad y la emoción, un todo completo que refleja la visión del mundo de un niño en un entorno adulto: el mundo como un absurdo.


-¡"Babo"! No habée usted tanto, usted es la luna a pesar de sus tres cojones, ¡nom di dios! ¿Nunca ha hablado con una silla? ¿No? Pues bien: pregúntele a una silla ¿Qué es un hombre? "Es un culo, al parecer", contestará. Pregúntele a un banco: ¿Qué es una mujer? "Es un culo al parecer", contestará. Pregúnteles al escabel o a la banqueta: ¿Qué son un mucamo y una mucama? "son dos culos, al parecer" contestarán. Pregúntale al sillón del párroco: ¿Qué es un cura?¿qué es su sirvienta? ¿Qué es la sobrina del cura? ¿Y la amiga de Rawaye-Jonceux? "Con este último hacen cuatro culos u ocho nalgas, al parecer", contestará. Pero, ¡Nom di Dio! usted no sabe ni siquiera eso, usted ,que tiene tres cojones. Hace falta mucho más que eso para lograr el quorum y conformar al cielo. Vamos, un poco de guitarra aquí, ¡nom di dio!... ¿Que vlo-ve?

Nuestro burro tiene cuatro patas blancas.
¿Y las orejas...? Adivinadlo.
Y el agujero del culo muy negro,
muy negro, como el carbón.

-¡Cállese! -exclamó el "babo"-. Yo solamente quiero acostarme con la Chacesse...






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