miércoles, 26 de noviembre de 2014

Los demonios. F.M. Dostoyevski



La novela tiene un origen real: el 21 de noviembre de 1869 encontraron muerto un joven cerca de la universidad de Moscú: tenía una herida en la cabeza y el cuerpo fue arrojado a un estanque atado a piedras para hundirlo más fácilmente. El crimen lo perpetró una falsa célula anarquista dirigida por Sergei Nechayev, ruso occidentalizado y seguidor de Bakunin. Aunque todo apuntaba a que lo asesinaron por diferencias políticas, parece que había en juego algunas emociones más.

A partir de aquí Dostoyevski construye una novela en la que expresa todo su odio a las primeras generaciones de izquierda rusas (recordemos que el escritor pasó 10 años en Siberia en una situación lamentable por colaborar con el comunismo) por poner por encima el ideal al conocimiento profundo de las gentes a las que deben servir, pero es algo más que eso: quiere hablar, entiendo, de lo que él entendía como la degradación moral de Rusia, que, influenciada por las ideas occidentales se olvida de lo que Dostoyevski llamaba "la inocente fe cristiana del mujik".

Lo de "las novelas de tesis" siempre me ha resultado gracioso. Se trata de demostrar (¿o plantear?) una idea a través de una ficción, lo que conduce a una demostración falsa y a veces exagerada. En cualquier otro escritor conduciría al ridículo, pero hablamos de Dostoyesky, que como escritor estaba muy por encima de sus ideas y de sí mismo. El libro, es cierto, pierde si se lee como un ajuste de cuenta a escritores más populares que él (que nadie conoce ya, por cierto) o un reflejo de sus frustraciones y sus fobias sociales, pero a través del personaje Nikolai Stavogrin conduce (redimensiona) la novela al desarrollo de su tema favorito: el pecado del cinismo y la reconversión místico religiosa. 

No importa mucho sobre lo que escribiese Dostoyevsky: todo lo escribía con sangre y así, todos sus texto tienen el valor de la vida (o más que la vida, incluso, si lo piensas).  


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